La mayoría de los analistas coinciden en que los ultrabooks son el futuro (a medio y largo plazo) de los portátiles. Se trata de una apuesta iniciada por Intel para contrarrestar la creciente importancia de los tablets. Estos portátiles muy finos y potentes se valen de los chips de bajo voltaje de la empresa de microprocesadores, y se había proyectado que sus precios estuvieran por debajo de los 1.000 dólares, un punto que no ha sido respetado hasta el momento.
Esa es una de las principales razones por las que el lanzamiento de los primeros ultrabooks no se ha correspondido con las expectativas de venta de empresas como Acer o Asus. Intel ha decidido colaborar económicamente con los fabricantes para poder bajar los precios de los ultrabooks y llegar a la cifra prometida. Esto podría suponer un descuento de entre un 5% y un 10% en el primer trimestre del año 2012.
Además, la lógica del mercado empujaría a los fabricantes a llegar a la barrera de los 1.000 dólares. El problema de estos dispositivos es el alto precio de algunos componentes, sobre todo de la tarjeta de memoria SSD. Este formato de almacenamiento permite unas velocidades de acceso a disco y de escritura por encima del disco duro, además de ser un soporte mucho más fiable al no tener partes sólidas que puedan desgastarse. Pero sus precios también están muy por encima de los discos duros de toda la vida.
En un cálculo aproximado del coste de los componentes, fabricar un ultrabook de 13 pulgadas cuesta alrededor de 690 dólares. Si le añadimos los costes de distribución, el precio final llega a los 940 dólares (700 euros). Con estas premisas, resulta complicado que los fabricantes puedan cumplir con las expectativas de Intel. Sea como fuere, lo cierto es que los ultrabooks se convertirán en una parte importante del mercado de los portátiles en los años siguientes (4 de cada diez portátiles en 2015), según los datos de un estudio que analizamos aquí.
