A estas alturas de la pelí­cula, todos -tanto los especialistas en sus estudios como los cibercriminales con sus actos- coinciden en que el mundo móvil es el futuro del malware. Un futuro que se empieza a volver oscuro para los usuarios, que hasta ahora habí­an podido utilizar los móviles sin apenas preocuparse de que pudieran sufrir amenazas informáticas, pero que ahora empiezan a concienciarse (lentamente) de la peligrosidad que entrañan estos dispositivos.

Sobre todo los móviles y tablets con el sistema operativo Android, un sistema operativo móvil que por su popularidad y por su carácter abierto está atrayendo cada vez más a los cibercriminales. Según datos de un estudio de IBM en el primer semestre del año, los exploits (pequeños programas que se aprovechan de los agujeros de seguridad que existen en sistemas operativos o programas) pasarán de 18 a finales de 2009 a 35 a finales de este año.

En cuanto al número de vulnerabilidades, pasarán de 65 a más de 180 en el mismo periodo. Una de las formas más utilizadas para difundir malware en el móvil o en el tablet es a través de las tiendas de aplicaciones. Sobre todo el Android Market, en el que ya se descubrió más de cincuenta aplicaciones falsas que contení­an troyanos hace unos meses, aunque también se buscan otras tiendas no oficiales para evitar la posible censura de Google.

Más que por los datos en sí­, que todaví­a muestran unos porcentajes de malware ridí­culos en comparación a los que se producen en los ordenadores de sobremesa, lo cierto es que se está mostrando una tendencia cada vez mayor a explotar las posibilidades de los teléfonos. Uno de los objetivos más jugosos es el de la banca a través del móvil, tanto cuando se usa el navegador o una aplicación especí­fica como cuando se intenta interceptar la comunicación que se puede producir entre el banco y el móvil del usuario a través de los SMS.