Los dí­as de oro de Windows XP ya pasaron. Un sistema operativo que ha sido capaz de mantenerse durante muchos años como la opción preferida por la mayor parte de los usuarios (y, por ende, las empresas) pero que tras la salida de Windows 7 ha comenzado a perder progresivamente cuota de mercado mundial. Aun así­, el sistema operativo continúa estando presente en una gran cantidad de ordenadores hoy en dí­a (según estadí­sticas de StatCounter, Windows XP se utiliza en un 45% de los equipos).

Quizás por ello Microsoft se ha ocupado de recordar que ya hemos entrado en los últimos 1.000 dí­as de soporte de Windows XP (el sistema operativo recibirá actualizaciones de seguridad hasta el 8 de abril de 2014). Y que las empresas deberí­an empezar a pensar en migrar hací­a otro sistema, en concreto al exitoso Windows 7, del que ya se han logrado vender más de 400 millones de copias.

El éxito de Windows XP se ha convertido en un problema para Microsoft, sobre todo después de una década en circulación, ya que supone una pérdida de dinero al no conseguir que las empresas den el salto a la nueva versión de Windows (ni que decir tiene que Windows Vista nunca ha logrado convertirse en una alternativa válida). Microsoft esgrime que las empresas podrí­an dejar de contar con programas que funcionen para este sistema, ya que los desarrolladores comenzarán a obviar este sistema de forma progresiva.

Otro problema estriba en el propio proceso de migración de las empresas, que puede extenderse en el tiempo más allá de la fecha lí­mite si las empresas continúan postergando este momento. Aunque seguramente la principal preocupación de Microsoft estriba en acercarse a la fecha lí­mite y tener que volver a prolongar la vida de su sistema operativo, como ya tuviera que hacer antes (Windows XP iba a dejar de recibir soporte este año).