Los internautas experimentaban este lunes una caída del servicio de correo web de Google de entre veinte y cuarenta minutos, que afectaba a millones de usuarios particulares y empresariales de Gmail. Este suceso de ámbito mundial coincidía con fallos en el navegador Chrome. A pesar de las apariencias, ambos hechos no están relacionados. Al principio, la caída de Gmail fue atribuida a un ataque de denegación de servicio (DoS), pero ahora esa explicación se ha descartado. Por otro lado, los problemas con el navegador Chrome no solamente sucedían con Gmail, sino también cuando el usuario estaba conectado a otros servicios de la compañía como Google Apps, Google Drive o Google Apps.
Los errores de programación en las páginas web pueden provocar que un navegador se cuelgue, pero lo que pasaba hace un par de días con Chrome era algo distinto. El origen del fallo de Chrome hay que buscarlo en un servicio web especialmente creado para optimizar el rendimiento del navegador. Y eso que uno de los puntos destacados del diseño de Chrome es su cajón de arena, que aísla los problemas con una página web concreta para que no se extiendan al resto del navegador, evitando que se cuelgue y deje de funcionar. La respuesta está en Google Sync, el equivalente de otros servicios de almacenamiento en la nube como Apple iCloud o Windows Live.
Google Sync se encarga de mantener el navegador web de un usuario sincronizado cuando está conectado. Funciona en un segundo plano, intercambiando información entre el navegador Chrome y los servidores de Google, para que el usuario que entra en la cuenta de cualquier servicio de la compañía pueda trabajar con su propia configuración, con sus extensiones, aplicaciones y favoritos, sin importar desde qué equipo esté accediendo a Internet. Un ingeniero de Google, Tim Steele, confirmaba en un foro de desarrolladores de Chromium, que la causa de las interrupciones en Gmail y en Chrome del pasado lunes residía en Google Sync. Un error de sincronización de Google Sync hacía que Chrome fallara en todo el mundo, con un efecto dominó sobre otros servicios de la compañía como Gmail, Google Docs, Google Apps o Google Drive, entre otros. Steele explicaba que el fallo fue provocado “por un servicio backend del que dependen los servidores de sincronización cuando se saturan, y los servidores de sincronización respondieron diciendo a todos los clientes [los navegadores Chrome] que acelere todos los tipos de datos (incluyendo aquellos que el cliente no era capaz de entender)”. Además, Steele reconoce que es un error de programación que nada tiene que ver con Gmail; es un cambio que introdujeron en la infraestructura para reforzar la sincronización del tráfico.
Esto demuestra que si se produce un error de sincronización como el de Google Sync y los servidores se caen, eso no sólo va a impedir que el usuario pueda consultar su correo web, además puede derribar todas las aplicaciones de escritorio, incluyendo el navegador cuando está fuera de línea. Es un problema importante propio de los servicios en la nube, que los proveedores deben aprender a afrontar.