Restaurar Windows 8

Windows 8 saldrá al mercado en apenas unos meses (se ha confirmado como fecha oficial el 26 de octubre). El nuevo sistema operativo es la esperanza de Microsoft para dar el salto desde la plataforma de escritorio que han utilizado los anteriores Windows hasta una inferfaz más propia de los dispositivos móviles, en los que el uso táctil se aventura como una caracterí­stica crucial. Pero la compañí­a también ha mejorado algunos aspectos en la funcionalidad del sistema que pueden resultar interesantes a la hora de decidirse por el dar el salto a la nueva versión. Una de estas funcionalidades mejoradas la encontramos en la restauración del sistema. Te contamos cómo funciona esta caracterí­stica en la versión previa de Windows 8.

El sistema de Microsoft incorpora dos modos diferentes de restaurar el sistema de manera directa desde la configuración de Windows (y otras funcionalidades avanzadas para cambiar el inicio de Windows), si por ejemplo tenemos algún tipo de problema o si el rendimiento se ha visto afectado por motivos que no hemos podido descubrir. Para acceder estas opciones, hay que arrastrar el ratón hasta la esquina inferior derecha de la pantalla, luego apretar sobre el botón en forma de tuerca (Settings) y en «Change PC Settings». Las opciones de restauración se encuentran en la pestaña «General».

Existen dos formas de restaurar el sistema. La primera de ellas es la más suave y mantiene los datos personales del usuario y sus preferencias. Eso sí­, borra todas las aplicaciones de escritorio que hayamos instalado y también las apps que hayamos descargado en la Windows Store (aunque desde Windows 8 se afirme que se mantienen todas las apps instaladas desde la tienda, en la versión previa de Windows 8 no sucedió de este modo). El nombre que recibe esta función es «Refresh your PC without affecting your files». En segundo lugar, si queremos hacer un lavado completo de cara y restablecer los valores de fábrica del equipo optaremos por la opción «Remove everything and reinstall Windows».

En cualquiera de las dos opciones debemos apretar sobre el botón «Get Started». Hemos seguido el proceso de la primera opción para recuperar un funcionamiento más ágil del sistema. Después de apretar, nos aparece una pantalla superpuesta en la que se detallan los diferentes cambios que va a sufrir el equipo. Apretamos sobre «Next» y comenzará un proceso de renovación del sistema. Hay que tener en cuenta que este proceso puede durar entre veinte minutos y una hora, dependiendo de la velocidad del sistema.

Durante el mismo se pasa por varias pantallas similares en las que se afirma estar realizando una serie de acciones. Pasaremos por «Preparing to refresh your PC», «Refreshing your PC», «Getting devices ready» y «Getting system ready» (resulta algo molesto que cada vez que se termine una de estas pantallas aparezca una nueva sin que el usuario sea consciente del progreso real de esta renovación del PC. Por último, antes de comenzar volveremos a ver una pantalla que reza «Your PC will be ready in just a momento» que nos duró varios minutos. Una vez terminado, una medida realmente útil que ha integrado Windows 8 es la de publicar una lista con las aplicaciones que ha desinstalado el sistema (algunas de ellas incluso cuentan con un enlace para que podamos volver a descargarlas de la web). Esta lista estará presente en el escritorio.

En definitiva, pese a la pequeña molestia que supone no saber el progreso real de la restauración, el proceso resulta bastante ágil y automático, y puede arreglar más de un problema de rendimiento.

Para llevar a cabo este artí­culo hemos utilizado un portátil Acer Aspire Ethos 8951G, uno de los portátiles más potentes que hay en el mercado y que cuenta con un procesador Intel Core i7-2630QM con cuatro núcleos de procesamiento y una potencia de 2 GHz por núcleo. Además, este equipo tiene 16 GB de RAM y una tarjeta gráfica Nvidia GeForce con 2 GB de memoria dedicada.