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No todo son buenas noticias en la casa de Google, una de las empresas más relevantes del panorama tecnológico. Si hace poco os hablamos de los recovecos legales que utiliza el buscador para ahorrar dinero, ahora toca hablar de un asunto que ha puesto en alerta a varios gobiernos y que podrí­a mermar (o ya está mermando) la imagen de la compañí­a. Se trata del espionaje de Google Street View.

Los coches que se encargan de fotografiar las diferentes calles para incluirlo en el servicio, recopilaron también información sobre las redes Wi-Fi de muchos lugares. En un post del blog oficial de Google, un responsable de la empresa reconoció que en algunos casos se habí­an recolectado datos completos sobre direcciones web, e-mails y lo que es todaví­a más preocupante, contraseñas.

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En mayo, cuando saltó por primera vez este problema, el alcance de los datos robados no se conocí­a y diferentes gobiernos (entre ellos el español) comenzaron a investigar la actuación de Google. Y, aunque la empresa afirma que nunca ha utilizado estos datos y que se trata de un error humano, lo cierto es que este asunto puede llevar al gigante a enfrentarse a una larga serie de sanciones de los gobiernos y demandas de particulares.

Para limpiar su imagen, y para evitar que este asunto se repita, Google ha desarrollado un código de conducta interna que los empleados deben firmar, además de recibir orientación sobre el modo de manejar los datos y la privacidad de los usuarios, Google ha colocado al frente de esta labor una experta en seguridad que se encargará de hacer efectivos los nuevos controles de privacidad.

A pesar de las buenas intenciones de Google, la pregunta que queda en el aire es si de verdad la empresa jamás utilizó los datos recopilados para sus propios fines. Seguramente nunca lo sabremos, aunque la sospecha quedará ligada a la empresa durante mucho tiempo. No le será fácil al buscador limpiar su imagen.